Fue un ligero temblor en tu mejilla,
una sombra llegada lentamente,
una nube que vino hasta tus ojos,
a dejar, en los mismos, aguanieve.
Yo soplé con mis labios en tu rostro,
a los ojos que estaban como ausentes,
y tu cara, de pronto, cobró vida,
esa vida de azules y de verdes.
Los azules marcados de esperanza,
con los cielos, diarios, tan celestes,
y los verdes de campos y de mares,
con los surcos de arados y bajeles.
Teseo ©
10/09/08